Ni en diciembre ni en agosto. Esta vez ha tocado en octubre.
Parece ser que el espíritu navideño se ha apoderado de mí
con bastante antelación. Lo cierto es que ya he visto artículos de decoración navideña
en algunas tiendas y si no recuerdo mal también algún anuncio en la televisión,
y parece que me han influido un poquito a pesar de no compartir en absoluto
este tema. Me refiero a que adelanten tanto la “buena nueva” de la llegada de la
navidad. Casi tres meses antes. Es una barbaridad, y para cuando llega estoy de
navidad hasta el gorro.
A mí me gusta que las cosas lleguen cuando les toca y duren
lo que tienen que durar. Y con la navidad sobre todo. Están tanto tiempo anunciándola
a bombo y platillo, y todo por intereses comerciales, que se hace ahogadiza y la
voy aborreciendo cada vez un poco más. Además te dicen incluso que tienes que
estar súper feliz, ser súper familiar y hacer súper regalos. Pues va a ser que
no. Bastante que me digan lo que tengo que hacer porque es lo que toca, para
que se me quiten las ganas. Y sé que no soy la única.
Lo que de verdad me gustaría hacer en esas fechas es irme a un sitio nevado y no hacer nada
especial, solo por perderme de vista y dejar los convencionalismos para quien
los quiera. Todos los años pienso: este año me voy. Pero no, no me voy. ¿Será
este por fin?
Volviendo a lo de los adelantos, aquí dejo mí octubre
navideño. Y una pequeña reflexión que tiene que ver con lo hablado:
“Lo bueno, si breve,
dos veces bueno”
Aunque lo de breve suena a que se queda corto, y si se queda
corto ya es menos de lo que debería ser. Por eso yo diría:
“Lo bueno, si justo,
perfecto.”
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